El cáncer constituye una de las principales causas de morbimortalidad en el mundo, siendo el cáncer de próstata el más prevalente en varones.

El tratamiento del cáncer de próstata (CP) comprende diversos abordajes terapéuticos: la vigilancia activa, el tratamiento local con intención radical (prostatectomía y radioterapia) y tratamientos sistémicos como la terapia hormonal, la quimioterapia o las terapias dirigidas.

La terapia hormonal, más conocida como terapia de privación androgénica (TDA), es un tratamiento fundamental para los pacientes con cáncer de próstata en cualquiera de sus estadios, localizado, localmente avanzado o diseminado, y más de la mitad de los pacientes, recibirán TDA en algún momento de la enfermedad

El objetivo de la TDA es reducir los niveles de testosterona en sangre con el objetivo de mitigar el crecimiento y diseminación tumoral.

Esta población de pacientes experimenta una disminución de la densidad mineral ósea (DMO) debido a su avanzada edad media al diagnóstico y a los tratamientos a los que se ven sometidos, entre ellos, la terapia de privación androgénica (TDA).

La literatura aporta evidencia científica del beneficio obtenido del ejercicio físico en los pacientes oncológicos, pero, hasta el momento actual, no ha sido incluido en los algoritmos terapéuticos, no siendo considerado una terapia adyuvante complementaria a otras en el tratamiento oncológico.

En el siguiente proyecto se pretende demostrar como el ejercicio físico es capaz de modular y mitigar los efectos secundarios que derivan del tratamiento oncológico, especialmente de la terapia hormonal, en pacientes con cáncer de próstata.

El objetivo principal de este estudio es comparar la densidad mineral ósea (DMO) en varones con cáncer de próstata que reciben TDA y que cumplimentan un programa de ejercicio físico, frente a aquellos que no lo siguen durante el tratamiento oncológico.